EL
MUNDO
15 febrero
2020
¿Cuál
es la mejor dieta para no engordar a largo plazo: mediterránea, paleo o ayuno
intermitente?
Los humanos somos unos seres extraños.
Nos pasamos la vida buscando soluciones cuando, en muchas ocasiones, tenemos la
clave ante nuestras propias narices. Infravaloramos lo que tenemos,
empeñándonos en hacer difícil lo fácil como si quisiéramos revestir de un tinte
heroico cada una de nuestras acciones.
Acciones tan cotidianas como... ¡comer! Poseídos por los hastags 'wellness', 'healthy' o 'weightloss' buceamos
en la red (mal hecho) a la caza de la última dieta milagro que nos haga lucir 'tipín' en un tiempo récord aunque nos dejemos la salud en
el empeño y el efecto rebote nos 'obsequie', un mes después, con dos o tres
kilos más de los que teníamos al principio. Nos vale más el aval del famoso de
turno que del especialista y así nos luce.
¿Qué hacemos para perder peso? ¿Nos hacemos 'un pataky' y probamos el ayuno intermitente? ¿Nos abonamos a
la dieta paleo y volvemos a comer como lo hacían nuestros ancestros muy (pero
que muy) lejanos? ¿O comemos a lo 'mediterráneo', pasando de procesados, azúcar
y grasas malas?
La respuesta más sensata a todas estas preguntas es de
cajón: lo primero sería acudir a un especialista que dictamine si realmente
necesitamos perder peso y cuánto para, posteriormente, recomendarnos el plan
personalizado que deberíamos seguir.
Experimento
Partiendo de esta base, un grupo de científicos de la
Universidad de Otaga (Nueva Zelanda) publicó un
estudio el pasado mes de diciembre en el que se nos brinda varias pistas muy
útiles sobre lo que deberíamos hacer con nuestra alimentación.
Para llevar a cabo su investigación, estos expertos
seleccionaron a 250 sujetos que presentaban cierto sobrepeso (pero, a pesar de eso,
gozaban de un buen estado de salud) y les invitó a que seleccionan una de estas
tres dietas estrella: ayuno intermitente, paleo y mediterránea.
Posteriormente, compararon la evolución de cada candidato
durante 12 meses, usando como referencia las calorías quemadas diariamente (que
contabilizaron una aplicación), el peso y la proporción de grasa (medida tanto
al principio como al final del experimento).
De esta forma, pudieron observar que sólo entre el 35% y el
57% de los participantes, dependiendo de la dieta que habían seleccionado,
habían sido capaces de mantener su régimen durante todo el año.
A pesar de que todos experimentaron pequeñas pérdidas de
peso y tejido adiposo, comprobaron que la alimentación había resultado
claramente más efectiva en algunos casos concretos.
Como era de esperar, aquellos que optaron por el ayuno
intermitente (el más común: dividir cada jornada en 16 horas de ayuno y ocho
para comer) lograron bajar de kilos mucho más rápidamente que el resto. Sin
embargo, los investigadores constaron que mantenerlo en el tiempo resultaba ser
un reto mucho más complicado que el que suponía comer según los dictados de la
dieta mediterránea.
Mucha fruta, verdura, cereales integrales, frutos secos,
semillas aceite de oliva combinadas con un aporte moderado de pescado, huevos,
aves de corral y lácteos integraban los menús de los que eligieron comer al
estilo mediterráneo a los que, además, se les permitía tomar carne un roja una
vez a la semana (como mucho) y beber una copa de vino diaria. En su lista de
alimentos prohibidos estaban los procesados (lo que más les costó evitar), la
mantequilla y las bebidas azucaradas. Un plan que sí fueron
capaces de seguir durante 365 días.
Por último, los que escogieron la paleo (que prioriza el
consumo de carnes magras, pescado, huevos, lácteos orgánicos, frutas,
vegetales, frutos secos o semillas y excluye el grano, como el trigo, el arroz,
el maíz o la avena), a pesar de que no presentaron dificultades para mantenerla
en el tiempo, fueron los que menor peso bajaron.
Con todos estos datos sobre la mesa, los expertos de la
Universidad de Otaga concluyeron que, aunque el ayuno
intermitente nos ayuda a perder más peso y de forma más rápida, la dieta
mediterránea, nombrada la mejor de 2020 por US News & World Report, no sólo nos ayuda a mantenernos en nuestro peso
ideal sino que es la más fácil de llevar a lo largo de la toda la vida.
Lo dicho, los seres humanos somos tan raros que, a veces,
tienen que venir 'de fuera' (en este caso de Nueva Zelanda) para decirnos lo
bueno que tenemos 'en casa'.